Nuestro papel en el fomento del bilinguïsmo infantil
Tradicionalmente se ha considerado que aprender una segunda lengua era más fácil para los niños que para los adultos. No obstante, se ha demostrado que niños y adultos aprenden de formas distintas.
En torno a los tres años, cuando los niños comienzan la formación reglada, es un momento muy adecuado para que se sumerjan en el aprendizaje de una segunda lengua. Aún están afianzando su pericia en su lengua materna y les resultará natural aprender nuevos significantes para significados con los que se topan por primera vez.
Pese a que algunos padres temen exponer a sus hijos a un segundo idioma y que este perjudique su capacidad, recientes estudios psicolingüísticos publicados en el Journal of Experimental Child Psychology sugieren que el rendimiento escolar de los niños bilingües suele superar al de los niños que hablan y aprenden en un solo idioma.
Además de la exposición a la segunda lengua que los niños reciben en el colegio y en las actividades extraescolares, los padres son un apoyo fundamental para el aprendizaje bilingüe. Que el niño escuche a sus padres hablar y consumir materiales audiovisuales en otro idioma, sin duda, facilitará que se familiarice con los sonidos y que vaya comprendiendo más, de manera que cuando crezca haya automatizado la articulación de los mismos.
Por otra parte, existen muchos juegos, rutinas y canciones que los padres pueden adaptar para practicar ese segundo idioma. La interacción con el entorno en segunda lengua favorece la adquisición de vocabulario y la consideración, por parte del niño, de que el idioma es una herramienta que puede usar para hacer las cosas que le gustan, y no una asignatura aburrida que se aprende por obligación.
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