Happy Halloween!
Cuenta una leyenda celta que durante la fiesta del “final de la cosecha” (Samhain en gaélico), que marcaba el momento en el que los días comienzan a ser más cortos y las noches más largas, los espíritus de los muertos volvían a visitar el mundo de los mortales.
Durante la gran fiesta que marcaba el final del verano, los antiguos celtas almacenaban provisiones para el invierno y sacrificaban animales para prepararse para el crudo invierno.
Pero, como esa noche las puertas al mundo de los muertos estaban abiertas, los celtas encendían grandes hogueras y decoraban sus casas con motivos terroríficos, a fin de ahuyentar a los malos espíritus que fuesen a visitarlos.
Sin embargo, para ayudar a los buenos espíritus a encontrar el camino hacia la luz y el descanso junto al dios Sol, decidieron dejar comida y velas en las puertas de sus casas.
Durante la noche, los druidas salían disfrazados con pieles de animales y sus caras pintadas de forma aterradora y prendían grandes piras para mantener alejadas a las fuerzas oscuras.
Con la llegada de migrantes de origen irlandés a Norteamérica llegaron también su cultura y tradiciones, siendo la noche de Samhain el origen de la fiesta de Halloween.
Todavía, durante la noche irlandesa de Samhain, se prenden grandes hogueras en las que el vecindario arroja los trastos viejos acumulados en sus casas para recibir el año nuevo celta.